Empezó con los primeros muertos por disparos de los sublevados entre el 20 y el 25 de julio de 1936 y siguió hasta los asesinatos de Amador Rey y Daniel Niebla en las protestas obreras de marzo del 72 y de Moncho Reboiras en 1975. En esas cuatro décadas caben 900 personas muertas en Ferrol, Eume y Ortegal, víctimas directas de la represión franquista. Desde este sábado sus nombres están plasmados en un monumento en el parque Antón Varela de Canido, en una gran base sobre la que se levanta la importante escultura que Manuel Patinha creó para encender la luz sobre el pasado y alumbrar el camino de la paz para los vivos, como él mismo explica.